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La generación Z está creciendo con ellos y los “millennials” ya no los conciben como una “celebrity” a la que solo siguen en las redes sociales, sino que los han aceptado como si fueran uno más del grupo, del que conocen su trabajo vida al milímetro, incluso a veces, mucho más que la de algún amigo.
Influencers, ¿quién de entre los nacidos entre los ’80 y los 2000 no sabe nombrar al menos uno? Los tradicionalmente llamados “prescriptores de marca”, son hoy por hoy un aliado perfecto para muchas empresas que, al decidirincluir esta figura en su estrategia de marketing digital, están apostando por mucho más que comunicar para vender, yendo directos “al ataque” de la temida imagen de marca y los intangibles.
Como primer paso, hay que saber identificar correctamente al influencer, ya que no solo sirve tener seguidores para ostentar este título, sino también demostrar otras “cualidades” cuantificables tales como el alcance de las publicaciones, su relevancia y la posterior repercusión.
Partiendo de esa buena elección, ¿por qué puede resultar positivo contar con influencers para una campaña de marketing digital?
- El público objetivo está muy definido, pudiendo diferenciar, según el contenido que estos influencers comparten y su perfil, a unos potenciales consumidores u otros, acotados por rango de edad, sexo, gustos e intereses.
Y es que no es lo mismo una Isasaweis, un Rubius o una Dulceida y, en consecuencia, sus seguidores tampoco.
- Además, este target posee una característica única: es una audiencia activa, siendo ellos quienes han acudido al medio (y no al revés) al haber dado al ansiado botón de “seguir”. Este simple gesto hace que las marcas tengan ya mucho ganado al poseer una ventaja competitiva que viene dada de serie: existe una predisposición a consumir lo que este influencer publique, no es spam, no es invasivo.
- Esta actitud favorable unido a esa concepción de la figura del influencer como alguien “normal”, asientan las bases de la confianza, algo que de por sí, muchos medios tradicionales ya han perdido. Pese a que las expectativas creadas deben trabajarse para ser cumplidas por parte de la marca, el simple hecho de que un influencer haga un review de un producto, lo muestre o lo consuma, lleva implícito que el seguidor no desconfíe, a priori, de ello.
- Pese a que evidentemente debe haber un retorno de la inversión económica, cuando hablamos de incluir a los influencers en una estrategia de marketing digital, ya no lo hacemos solo en términos económicos, sino en hacer branding: en la transmisión de los valores de marca y de su posicionamiento en la mente del consumidor respecto a su competencia.
Los intangibles, muchas veces dejados en segundo plano, son ese “click” que en el subconsciente del consumidor les hace decantarse por una marca u otra.
Y es que unir fuerzas con un influencer no solo otorga presencia en los medios, si no que provoca que se asocien indirectamente los valores de este. Por tanto, ayudará a vender mucho más que un producto, dará forma a una imagen marca, transmitirá unos valores, una filosofía y un estilo de vida determinado.
Estamos en una nueva era de convergencia de medios que vuelve inevitable el flujo de contenidos a través de múltiples canales. Los influencers y sus seguidores son, pues, una generación activa, creadora de contenido y al final han terminado formando parte de la estrategia transmedia dentro del marketing digital.
Con ellos dentro de dicha estrategia, la historia de la marca, y su eje, se amplían a distintas plataformas, principalmente digitales; de modo que los influencers y los usuarios colaboran en el desarrollo de la marca y experimentan una inmersión en la misma como rol activo que son y como protagonistas.